Ya son muchos los aficionados que estaban esperando el inicio de la temporada de Fórmula 1 en Melbourne, Australia. Casí se empezaban a oír los motores, las preguntas de tipo ¿Podrán este año Max Verstappen o Charles Leclerc poner fin a la dominación de Lewis Hamilton? Pues, para saberlo, habrá que esperar, ya que la FIA acaba de pronunciar la suspensión de dicha carrera por el coronavirus. Para tomar nuestro dolor con paciencia, analizamos el Pacto de la Concordia, acuerdos sin los que es imposible que el campeonato tenga lugar.
Se trata de un documento legal ultra confidencial firmado entre los equipos participantes, el Grupo Fórmula 1 o Formula One Management (FOM- ahora se trata de Liberty Media-) y la FIA (Fédération Internationale de l’Automobile). Es la propia FIA la que impone las sanciones en la Fórmula 1 en las carreras.
Después de once diás de una intensa negociación, el primer Pacto de la Concordia fue pactado entre la FIA y la Asociación de Constructores de la Fórmula 1 en París en 1981 para poner fin a una verdadera guerra entre los grandes equipos (Renault, Ferrari y Alfa Romero que sostenían a la FIA) y los equipos con menos medios financieros que utilizaban un motor Cosworth DFV. Dicho pacto otorgaba a la Asociación de Constructores el derecho a negociar los contratos de televisión.
El Pacto de la Concordia establece el funcionamiento de la Fórmula 1, bien sea desde un punto de vista deportivo o financiero. Diciéndolo de otra forma, por una parte, se trata de repartir las competencias entre la FIA y la FOM, la cual se ocupa de la explotación comercial de las carreras y por otra parte cada equipo recibe unas retribuciones, calculadas en función de los resultados en el campeonato del año pasado. Dicho acuerdo está válido por un período de ocho años. El último caduca este mismo año.
Pues bien, de momento, ninguna escudería está oficialmiente inscrita en la temporada de Fórmula 1 de 2021, ya que el nuevo Acuerdo de la Concordia sigue sin firmar. Sin embargo, está en sus etapas finales.
Con este nuevo Acuerdo, se trata, en primer lugar, de equiparar la competición limitándo los costos a 175 millones de dólares (excluyendo los salarios de los pilotos, los costes de management, de marketing y de transporte) para reducir las desigualdades entre un equipo como Haas que tiene un presupuesto de 100 millones de dólares mientras Ferrari gasta unos 450 millones de euros en un año.
En segundo lugar, el tema de un reparto de beneficios más equitativo está sobre la mesa. En efecto, hasta ahora, dicho reparto favorece a los grandes equipos como Ferrari, Mercedes y Red Bull ya que en 2018, basándose en un total de 825 millones de euros, Ferrari recibió unos 20.5%, Mercedes 18%, Red Bull 15.5% mientras Sauber (actualmente Alfa Romeo) percibió sólo unos 5%.
En tercer lugar, se trataba de suprimir el polémico derecho a veto de Ferrari. Ferrari, como equipo más antiguo de la Fórmula Uno, dispone de un derecho a bloquear las reglas y pedir un cambio si considera que no son de su interés. Por ejemplo, Ferrari utilizó dicho derecho en 2015, cuando bloqueó la introducción de un precio máximo para los motores y las cajas de cambios. Sin embargo, a pesar de las numerosas críticas incluso del presidente de la FIA Jean Todt, la Scudería ha conseguido mantener este derecho poniéndolo como requisito para seguir en la Formula 1. Es fácil entender que el mantenimiento de un equipo como la Scuderia en la que corrieron campeones como Niki Lauda, Michael Schumacher o Kimi Raïkönnen, es fundamental para la sobrevivencia de la Fórmula 1.
Para concluir, son muchos los pequeños equipos que esperan mucho de este Pacto como lo dijo Cyril Abiteboul: el porvenir de Renault en la Fórmula 1 depende de estos Acuerdos. Solo nos queda por plantear una pregunta: ¿Cuando tendremos Pacto de la Concordia?
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